Os prometo que
hubo un momento en el que creí que enamorarse era cosa de dos. Así como también
creí que Madrid es más bonita cuando tienes a alguien que te enseñe sus
rincones (los de la ciudad también). Y ahora que ha pasado el tiempo y la
lluvia se ha llevado consigo gran parte del dolor, me encuentro escribiéndote
de nuevo versos que hablan de desamor, dolor y cicatrices. Y belleza y arte.
Porque un día aprendí (que no creí) que cuando conviertes lo triste en arte las
estrellas brillan con más fuerza y el mundo parece menos hostil y más
confortable. Incluso parece que las personas continúan en sus letras,
resucitadas en cada palabra que escribes para ellas. Y ojalá estuviera esta
noche en mi cama, o yo estuviera en allí o en cualquier parte del mundo, pero
juntos (y desnudos). Y como sé que es imposible y que esto solo me lleva a
enamorarme más de Madrid (y de ti en cierto modo también); mejor me abandono al
olvido, a la soledad y a la oscuridad. Y si es necesario dormiré abrazada a la
poesía que un día escribí para ti. No para sentirte más cerca, sino para
ahuyentar a los fantasmas de la soledad que rondan mi cama desde que tú ya no
estás.
Escribes de maravilla,. deberias dedicarte a ello
ResponderEliminarEstoy de acuerdo. Me fascina leerte.
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