Gente que piensa (en mí)

lunes, 30 de septiembre de 2013

Dando tumbos por Madrid

Os prometo que hubo un momento en el que creí que enamorarse era cosa de dos. Así como también creí que Madrid es más bonita cuando tienes a alguien que te enseñe sus rincones (los de la ciudad también). Y ahora que ha pasado el tiempo y la lluvia se ha llevado consigo gran parte del dolor, me encuentro escribiéndote de nuevo versos que hablan de desamor, dolor y cicatrices. Y belleza y arte. Porque un día aprendí (que no creí) que cuando conviertes lo triste en arte las estrellas brillan con más fuerza y el mundo parece menos hostil y más confortable. Incluso parece que las personas continúan en sus letras, resucitadas en cada palabra que escribes para ellas. Y ojalá estuviera esta noche en mi cama, o yo estuviera en allí o en cualquier parte del mundo, pero juntos (y desnudos). Y como sé que es imposible y que esto solo me lleva a enamorarme más de Madrid (y de ti en cierto modo también); mejor me abandono al olvido, a la soledad y a la oscuridad. Y si es necesario dormiré abrazada a la poesía que un día escribí para ti. No para sentirte más cerca, sino para ahuyentar a los fantasmas de la soledad que rondan mi cama desde que tú ya no estás.

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