Gente que piensa (en mí)

martes, 31 de diciembre de 2013

Para que sigamos creciendo, siempre, da igual el año.

Debería reflexionar sobre este año, hacer una de esas entradas que están tan de moda en facebook y explicaros por qué he sido tan feliz a ratos y tan desdichada en otros. Pero, por algún motivo, siento que sobra. Puede que mis lágrimas en las noches más oscuras lo hayan contando ya, o que mis sonrisas y mis miradas ilusionadas os hayan dado las pistas que necesitáis. Este año, como el resto, ha sido un año de idas y venidas, subidas y bajones, felicidad y tristeza. Se han ido personas importantes, han llegado otras nuevas, se han mantenido los que siempre habían estado y los que siempre estarán y, sobre todo, he conocido a personas que me han marcado para siempre. Personas que han cambiado mi vida, que me han llevado a rincones en los que nunca había estado y que me han mostrado partes de mí misma que ni si quiera yo conocía. Personas a las que estaré eternamente agradecida.

También ha sido un año duro respecto a la política. He asumido responsabilidades, he organizado mi rabia y he comprendido que patalear y llorar delante del televisor no tiene sentido si no luchas cada día, en la calle, en tu facultad, en los bares; en cada ámbito de tu vida. He pegado carteles por primera vez (y casi muero congelada), he gritado contra Wert y su reforma de la educación y he participado en multitud de asambleas abiertas y charlas realmente interesantes. Y sobre todo, he aprendido lo que solo se puede aprender en la lucha colectiva.

También ha habido cabida para los grandes momentos, los de risas en los mejores garitos de Salamanca, con un litro y con un cigarro en la mano. Los grandes momentos de fiestas en los pueblos (Guadramiro y Peralejos para el recuerdo) y tardes en el río con los y las mejores. He conocido nuevas ciudades, he visitado y me he enamorado de Bruselas. He ido a conciertos maravillosos y mágicos que envuelven los día con cada canción. Me he enamorado de mis dos carreras, que aunque me quejo todo el día, al fin y al cabo me apasionan. He escrito multitud de poemas y me he empapado de la poesía que sangran otras personas (porque la poesía se sangra, no hay otra forma de hacerla). Y además, hemos hecho planes maravillosos para el año que viene, para llenar de optimismo nuestros días y para no perder jamás la esperanza.

Si tuviera que resumir este año, si tuviera que hacer una reflexión de las que están de moda, solamente podría dar las gracias. Agradecer a todos aquellos que habéis marcado mi año, que lo habéis mejorado, los que me habéis enseñado parte de todas las cosas que aun me quedan por aprender. Y gracias a mí misma, porque he conseguido algo realmente difícil, algo que nunca creí conseguir; crecer como persona. Sigo teniendo las mismas contradicciones, las mismas manías y sigo riéndome cada vez que intento mentir. He aprendido una lección fundamental, la vida está en continuo movimiento, no espera por nadie, ni si quiera por nuestras penas o por nuestros miedos. Siempre habrá personas, sucesos o hechos que nos entristezcan, que nos aterren, que nos quiten las ganas de continuar. En nuestra mano está aprender de ellas y continuar, en nuestra mano está mejorar como personas, logran la mejor versión de nosotros mismos. A este nuevo año, solo le pido que seamos todo lo felices que podamos. Y que el año que viene cuando reflexionemos de nuevo, hayamos crecido un poquito más.

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