Soy eterna. Tú aun no lo sabes porque no te has quedado el tiempo suficiente como para apreciarlo. Y probablemente, nunca lo harás, siempre fuiste un cobarde.
Digo que soy eterna, pero no porque vaya a vivir cien años, cariño, eso es imposible sin tus ojos, sin tus caricias, sin tus manos invitándome a saltar al vacío. Tampoco soy eterna por sobrevivir a bombas, guerras o aguaceros. Al fin y al cabo, siempre he sido muy de ahogarme en las inundaciones de tus párpados.
Digo que soy eterna porque sé esperar y porque encuentro la belleza en los lugares más insospechados, como un tren saliendo de una estación o el viento despeinando las copas de los árboles.
Pero sobre todo soy eterna porque escribir estas líneas me hace eterna. Y a ti conmigo. Nos convierte en poesía, nos aleja del mundo terrenal, nos quita los miedos, las decepciones, la tristeza. Nos quita todo aquello que nos quita. Y solo deja nuestra esencia.
Es la magia de la escritura: consigue que las mismas palabras que en voz alta serían efímeras y volátiles se vuelvan eternas e imperecederas.
ResponderEliminarun besoo!