El mejor lugar del mundo es aquí mismo

Son las 7 de la tarde y a pesar de que es pronto, estoy metida en la cama, en pijama y cubierta con el edredón y una manta. Tengo unos cuantos libros de poesía esparcidos por el suelo y las palabras de amor revolotean por toda la habitación. Uno de esos libros se titula “El mejor lugar del mundo es aquí mismo” y hoy, a pesar de que he tenido unas semanas horribles, me he dado cuenta de que eso es totalmente cierto. Podría estar en mil sitios ahora mismo, podría escapar del frío y de los villancicos que suenan desde la plaza del pueblo. Podría estar con mil personas más, disfrutando del calor que brinda la compañía. Y sin embargo, el mejor lugar del mundo es aquí mismo. Simplemente, porque estoy yo (y mi cama y mis libros). Porque por una vez en este año no necesito que estés tú, he dejado de esperarte. Por fin me he dado cuenta de que si quisieras estar, estarías. Y no habría excusas, ni distancia, ni otras personas. Todo sería fácil, porque las ganas de ver a una persona siempre lo pueden todo y si no estás aquí en este momento es, quizá, porque no tienes tantas ganas de verme como dices. Y siendo consciente de ello, he de decir que prefiero estar sola que con alguien que no quiere estar conmigo. Al fin y al cabo, el mejor lugar del mundo es aquí mismo.