Gente que piensa (en mí)

lunes, 27 de julio de 2015

Amar (en libertad)

Nunca he tenido una relación seria; seria entendida en los términos convencionales. Nunca he tenido una pareja a la que presentarle a mis padres o llevar a casa por navidad. Y a pesar de ello, he querido mucho, muchísimo, y además de formas muy diversas. Me costó mucho aceptar el hecho de no tener una pareja monógama, estable y duradera. Siempre me sentía inferior, a disgusto conmigo misma. Siempre me preguntaba que tenía o hacía mal para que nadie quisiera estar conmigo. Pero un día lo acepté y así es como también me acepté a mí misma. Resulta curioso, porque a pesar de que yo soy feliz así, manteniendo relaciones diferentes, pero preciosas, cuando me abro y se lo cuento a los demás la respuesta que suelo obtener es: “estas tonterías las dices porque nunca te has enamorado de verdad”. Como si solo hubiera una forma de querer, de amar o de relacionarse. Como si esas personas hubieran vivido mi vida o hubieran sentido lo que yo siento cada día.

Obviar que la sociedad nos bombardea con el amor romántico monógamo es obviar que ahí afuera hay multitud de personas que nos aportan cosas diferentes, cada una en su propia manera. Aceptar el amor preestablecido significa obviar que hay formas muy diversas de amar y que no se ama más, si no que se quiere diferente.

Si algo he comprendido es que querer no tiene por que significar exclusividad y que se puede ser leal a varias personas, a la vez, siempre que haya respeto y sinceridad. Pero lo mas importante de las cosas que he aprendido es que no hay amor sin libertad. Que el amor no son celos, ni chantajes, ni posesión, ni control. Que el amor sí es empatía y confianza.

El amor que no te deja volar no es amor, es una cárcel. Y a esta vida hemos venido a volar, a disfrutar.

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