Lo he decidido, mañana empiezo a fumar. Mañana empezaré a fumar porque no soporto este mono de ti, no soporto la distancia entre tu boca en mi piel, entre tus lágrimas y mis dedos temblorosos, entre mis miedos y tus "morena, sonríe yo sólo quiero verte feliz". Y ahora, lo único que yo quiero es inhalar en cada calada los problemas, los "qué estará haciendo ahora y con quién" y que al final sólo quede el filtro, los "nena, me muero por besarte" o las sonrisas a horas intempestivas. Y con ese mismo filtro, fumarnos un verde de los que tanto te gustan, para poder empezar así una nueva historia con la que podamos disfrutar una vez más.
Sabes que soy algo idiota, que a veces me paso de romántica y otras soy más fría que el hielo y quemo más que las heridas que un día nos dejamos de hacer. Porque esas son las que más duelen, ¿sabes? Y aun así, te quedabas. Estabas ahí siempre, pintando una sonrisa en mi cara y secando las lágrimas a base de bromas tontas y humor negro. Tú eras el que me decía que no llorara, que las cicatrices sirven para que alguien nuevo pueda curártelas a besos, para que alguien nuevo pueda llevarse todo el drama y hacer crecer en tu piel nuevos sueños e ilusiones, que como árboles extiendan sus raíces desde la punta de tus pies hasta las pestañas.
Pero lo que nunca me dijiste es cómo sobrevivir cuando ese alguien nuevo es el que te daña, el que te quita las ganas de levantarte cada mañana y el que te hace preguntarte por qué confiaste una vez más, si a base de polvos descafeinados sin amor tampoco se estaba tan mal. Y ahora sin ti, me ahogo en este silencio tan oscuro y en este miedo eterno a que no vuelvas. Quiero que vuelvas. Vuelve por favor.
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