Quizá no
escriba nunca los versos de poesía más desgarradores. O no conmueva a nadie con
mis escritos. Es muy posible que mis palabras no escapen de esta noche, pues sé
que se quedarán encerradas en esta habitación, resonando entre las paredes para
siempre.
Quizá nunca
llegué a ser la gran poeta que de niña imaginé. No importa. La fama, el dinero,
el reconocimiento; nada cuenta. No desde que te conocí. No desde que
compartimos aquella botella de vino, las voces de los cantautores que
empequeñecen Madrid con sus canciones o las lágrimas al despedirnos en aquella
estación marcada por tantos adioses.
Ya no me
importa nada de eso porque en algunos
momentos ni siquiera me importa el futuro. Y no creas que ésta es una carta
triste de esas de sin ti no hay futuro. Lo hay y muy probablemente sea un
futuro feliz –aunque tenga toques de nostalgia en las comisuras de los labios
que bese y no sean los tuyos-. Digo que no importa porque a pesar de que hay
vida después de ti ya no será nuestra vida. No será nuestro café, no serán
nuestras duchas. No serán nuestros ronquidos o nuestros desencuentros. Pero
será vida, mi vida, aunque no nuestra.
Eso es lo
último que quiero agradecerte. Sí, esta es una carta de agradecimiento. Me diste la oportunidad de vivir una vida tan
feliz junto a ti que me enseñaste también a ser feliz sin ti, pero gracias a
lo que soy simplemente por ser yo misma. Y créeme, en estos tiempos eso es un
milagro.
-Gracias.
Pese a ser una carta de agradecimiento no es una carta fácil. No es fácil dejar marchar a alguien aun sabiendo que es lo correcto... y tampoco lo son las despedidas, aunque creamos que es lo que debemos hacer. Eso hace que ese "gracias" tenga más valor todavía.
ResponderEliminarun besoo!
que buen blog
ResponderEliminar