Me gustan las cosas pequeñas porque son las que puedo controlar. La cantidad de azúcar que añado el café, los minutos que caliento la leche o establecer un determinado tono de llamada. Me gusta la gente que sabe de la vida, que no miente y que son honestas, con ellos mismos y con los demás. Los que no se dicen que todo irá bien para animarse, si no que aceptan la realidad y tratan de cambiarla. También me gusta la lluvia y el frio, la ropa de invierno y los libros viejos. El olor a chocolate que desprende la cocina después de que mi madre haga una pastel.
Sin embargo, no me gusta el amor y tampoco me gusta la confianza. Quizá solo sea porque me han roto el corazón, porque me he desgastado mientras lloraba y porque mi almohada guarda más secretos que los que una persona normal podría aceptar. No me gusta encontrarme con él porque me destroza, me cambia y me vuelve desdichada. Dos segundos pueden significar dos años pensando en él, extrañándolo y deseando que las cosas fueran diferentes. Ojalá lo fueran. Me encantaría ser una de esas personas que se enamoran, salen a cenar, a bailar y mantienen relaciones largas, pero debo aceptar que nunca lo seré. Me cuesta formar y mantener relaciones, me cuesta abrirme y expresar mis sentimientos si no es escribiendo. Me duele no ser yo e incluso me duele quererte.
Sin embargo, no me gusta el amor y tampoco me gusta la confianza. Quizá solo sea porque me han roto el corazón, porque me he desgastado mientras lloraba y porque mi almohada guarda más secretos que los que una persona normal podría aceptar. No me gusta encontrarme con él porque me destroza, me cambia y me vuelve desdichada. Dos segundos pueden significar dos años pensando en él, extrañándolo y deseando que las cosas fueran diferentes. Ojalá lo fueran. Me encantaría ser una de esas personas que se enamoran, salen a cenar, a bailar y mantienen relaciones largas, pero debo aceptar que nunca lo seré. Me cuesta formar y mantener relaciones, me cuesta abrirme y expresar mis sentimientos si no es escribiendo. Me duele no ser yo e incluso me duele quererte.
La vida es una ruleta, y lo que no puedes controlar, como las relaciones, son así más emocionantes. La vida siendo la ruleta que es, es una sorpresa constante, para bien, o para mal.
ResponderEliminarBuena entrada.