Gente que piensa (en mí)

lunes, 22 de octubre de 2012

Te echo de menos.


Aquella mañana me levanté muerta del frío, destapada y asustada. No estabas y yo no podía aceptarlo. No era la primera noche en la que dormía sin ti, en realidad ya eran demasiadas y estaba acostumbrada. Sin embargo, si era la primera en la que llovía; el otoño se había instalado en mi vida. Las hojas caían de los árboles como aquel loco que rompió la barrera del sonido, la lluvia salpicaba los cristales como mis lágrimas mojaban la almohada. El aire soplaba más fuerte para que notáramos su reaparición y la noche, caprichosa y celosa del sol, aparecía cada vez antes.
Los últimos resquicios del verano desaparecían, se iban lentos, despidiéndose de todo lo que habían tocado en los calurosos meses. Y, con ellos, también te ibas tú, nuestro amor, nuestras noches. Las risas a las cuatro de la mañana, las llamadas telefónicas y los gritos de placer. Las caricias, las fotos en los parques, las comidas familiares. Todo aquello se desvanecía como se desvanecía el calor. Mis huesos se congelaban poco a poco, pues buscaban tu piel y no la encontraban.
También se perdían mis sueños. No los sueños grandes como comprar una casa o tener hijos, si no los sueños sencillos, como levantarme cada mañana, asearme e ir a trabajar. Los sueños como poder ver una película sin pensar en ti, escuchar nuestro grupo sin terminar llorando o tumbarme en el frío coche y no abrazar el vacío. Los sueños en los que soñaba pasar página.
Aquella noche tampoco había soñado, y puede que por eso me encontraba así, tan frustrada y desdichada. Aunque parezca mentira, no era yo la que me quejaba, si no mi cama. Mi cama, mi mesa del comedor, mi encimera y mi ducha. Cada lugar en el que habíamos estado, en el que nos habíamos besado y abrazado. Todo te echaba de menos y no me aceptaba. ¿Y sabes por qué no? Porque ni si quiera yo acepto lo que soy yo sin ti, porque no acepto esta realidad en la que no estás, porque sigo aferrada a un pasado que ni pasa ni me deja pasar página. Ya ni si quiera puedo pensar, hablar, beber o moverme sin ti...Sin ti, no puedo vivir.

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