Gente que piensa (en mí)

lunes, 12 de noviembre de 2012

Stay, stay, stay.

*Antes de publicar la entrada de hoy me gustaría agradeceros a todos el apoyo que estáis dándome. A esos 15 seguidores, que aunque son pocos a mí me parecen una vida entera, a la gente del twitter que me promociona y a todos aquellos que simplemente leéis (y espero que disfrutéis). Últimamente estoy un poco liada con la universidad y no tengo tanto tiempo para escribir, pero aun así seguiré sacando huecos. Muchísimas gracias :)

El tiempo, mi ánimo y la música se pusieron de acuerdo, pactaron aquella noche para terminar de derrumbarme.
No estaba siendo un buen año, en realidad, no estaba siendo una buena vida en general. Sin embargo, con un poco de ánimo conseguía seguir adelante. Hasta aquella noche...
Me encontraba pensando en ti, como de costumbre. Añorándote, abrazándote en el vacío, queriéndote en el silencio... Como de costumbre. Y, de repente, así sin pensarlo, las nubes se pusieron negras y feas, gritaban y chillaban, expulsaban lágrimas y rabia entremezcladas. Mi reproductor de música se activó solo y allí me encontré escuchando a Joaquín Sabina, cantándole a tu ausencia y sintiendo como la poesía corría por mis venas. Y, por último, sin poder resistirme, las lágrimas se unieron a la fiesta. Que no querían que fuera feliz, decían, que no me lo merecía.
Puede que tuvieran razón, pues, ¿quién soy yo para quejarme de lo que ocurre en mi vida? Soy quién para modificar lo que ocurre, transformar las situaciones y darle la vuelta a la tortilla cuando se me quema el corazón. Aun así, a sabiendas de todo aquello, seguía siendo la misma cabezota de siempre, tan caprichosa, bipolar y propensa a compadecerme.
Ahí fue cuando comencé a pensar en ti, la variable que faltaba en la ecuación. Tú siempre decías que era una exagerada, que podía hacer una montaña del puro aire, de los miedos e incluso de los sueños. Siempre estabas ahí para parar la música y no dejarme escuchar a Sabina. "Si quieres yo te leo poesía, pero no me llores morena".
Y ahora, ya no estabas, ni si quiera soy ya morena. E incluso podría decirse que ni si quera soy yo. Viniste a mi vida, me cambiaste y me transformaste. Me modificaste a tu gusto, con tus besos, tus caricias, tus abrazos y tus llamadas a las dos de la mañana para decirme que me extrañabas. Intercambiamos nuestros conceptos de amor, yo te enseñé a amar y tú me enseñaste a no confiar. Tú, que fuiste mi maestro, que me confiaste todas tus vivencias, tus experiencias y todas aquellas lecciones que la vida te había enseñado... Te marchaste, y me dejaste sola, llevándote mis conocimientos previos y dejándome unos que eran inservibles si no estabas tú...

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