Adiós.

Te echo tanto de menos que ya ni si quiera puedo llorar, reír o respirar. Todos mis órganos se centran en extrañarte, en pensar por qué ya no estás y en darle vueltas a cada momento para por fin poder averiguar qué es lo que hice mal. Pienso en hablarte, pero luego el miedo se apodera de mi cuerpo y me lo impide. Le doy mil vueltas a todo y me olvido de otros problemas, de los demás, incluso de que el mundo sigue girando y de que tú ya no te interesas por mí. Por lo menos cuando pasábamos por malos momentos seguías ahí, aunque no pudiera verte si lograba sentirte. Ahora no, ahora todo es oscuridad. ¿Y sabes qué es lo peor? Que ya no sé si te echo de menos o sólo añoro la sensación de ser querido... Ya no sé si quiero volver a sentir tus brazos, tus caricias, tus besos en la frente o si simplemente necesito algo de amor que me caliente en este frío invierno. Ya no sé si estoy buscándote a ti o simplemente estoy tratando de encontrar a aquella persona que era antes de estar contigo... No sé si quiero volver contigo o simplemente quiero volver a ser yo, a quererme a mí misma, a preocuparme por mí, a dedicarme todo el tiempo a ser feliz... Porque ya ni si quiera puedo saber si contigo era feliz.