Gente que piensa (en mí)

domingo, 2 de diciembre de 2012



Que te extraño no es nada nuevo. Lo saben todos los que me rodean, los que he me han visto llorar, a los que he hablado de ti, los tipos que me han invitado a una copa en el bar y no han recibido nada a cambio y mis amigas que han observado mi pelo cambiar de color tantas veces que ha he perdido la cuenta y el control. Eres consciente hasta tú, a pesar de que ya no estás.
En los últimos meses tan solo me dedico a esperar. Dejo fluir los momentos, las sensaciones, la tristeza. Dejo que se vayan lentamente, que se evaporen de mi cuerpo, como si así te fueras tú también. Voy a los cafés y me siento a esperar. ¿A esperar qué? No estoy segura ni yo misma. Puede a que aparezca alguien nuevo, alguien que me hable de poesía y que me invité a un café con leche y mucha espuma. Alguien que me cure el corazón y estas heridas que no cicatrizan, a pesar de que les aplico a todas horas pomadas para el desamor.
También puede ser que espere que te vayas tú, lentamente y sin que ni si quiera me dé cuenta. Seguramente esa sea la verdadera razón. Me da miedo aceptarlo, pero ansió que te vayas como se van las pesadillas, como se derrite la nieve y el humo de un cigarro se disipa.
Espero y desespero, ¿sabes? Porque a pesar de mi esfuerzos, sigues aquí conmigo. Te retengo en cada canción, en cada risa, en mi cama y en cada lágrima. Te retengo en lo más hondo de mi corazón por la simple razón de que para mí, tu eres amor. Y ya conoces lo que dicen los poetas, del amor nunca se puede escapar.

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